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Algo extraño sucede cuando
se llega a Japón

Algo extraño sucede cuando se llega a Japón, una atracción especial combinada con la curiosidad y la incredulidad, y luego de unos días, sentir una profunda simpatía. Este efecto nos inspira, al ver una forma de vivir distinta, en pensamiento y en acción.

 

Porque Japón no es solo el país de los videojuegos, la robótica y las mangas, o simplemente la segunda economía del mundo.

 

Japón es sentido de excelencia en todos sus pormenores; una línea aérea donde los baños están en óptimas condiciones durante las 14 horas de vuelo; eres recibido por gente que le han dicho «recuerden que tenemos visita», en medio de un mágico lugar forrado de cerezos regalando un sentimiento de fortuna; subes a un shinkansen – tren de punta a 640 km por hora- y llegas a un admirable templo encontrando el punto exacto de silencio, naturaleza y misticismo; vas en taxi con modales de etiqueta, guantes blancos y sin pagar propina, para hacer shopping en la calle más elegante de las marcas más aspiracionales del mundo. Te reciben en un ryokan y te das un baño en el Onsen -aguas termales a 40 grados de temperatura-, y logras dulces sueños en camas en el piso -tradicionales japonesas-.

 

Descubre pequeñas calles mientras paseas junto a una Geisha, te trasladas en el Metro más organizado y seguro del mundo para llegar a románticos jardines en medio de la ciudad y disfrutar de vistas extraordinarias, resultado de la combinación perfecta entre naturaleza y manos del hombre.
Tomas los servicios de un Rickshaw y llegas a degustar gastronomía japonesa u occidental en manos de japoneses, que son reales obras de arte.

 

Recorres el mayor mercado de pescado y marisco del mundo finalizando el trayecto en un counter de sushi de algún puestecito de comida en óptimas condiciones higiénicas y al precio que quieras pagar.

 

Y para terminar, subes a edificios de 200 metros y crees entender la grandeza de la cultura nipona, y sus contraste entre lo moderno y lo tradicional.
Nuestra capacidad de asombro y sorpresa fue desbordada por los japoneses.

 

Gracias Japón por tu hospitalidad, por acogernos y permitirnos tomar tantas fotos como nos ha sido posible, en nuestro afán de recordar todos tus detalles.

 

No sólo nos vamos cambiado, sino que, desde este viaje, somos uno de tus embajadores en el otro lado del mundo.

 

Turistas por Vocación

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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.